2 de junio
Día extrañamente caluroso. Caminé por la avenida principal del barrio hasta el cansancio. Frené en un café en donde había un señor solitario leyendo y por eso decidí acercarme. Porque intercambiamos unas palabras para nada memorables, ni una referencia sobre el libro o sobre el clima, intuí que molestaba. Y así estaba, pronta a despedirme, hasta que de repente sí me hizo un comentario preciso. Como una suerte de reclamo, sonó como una especie de reclamo, por un árbol que entre los vecinos estaban de acuerdo en podar. Se nos llena el balcón de ratas, me explicó. Habló de las visitas de su pequeña nieta y de cómo en su picardía de llevarse lo que esté al alcance a la boca, no discrimina con esos pequeños bolos de caca roedor. Yo le presté atención. Le respondí que ya mismo, ya mismo me iba a comunicar con municipalidad. Me miró y me preguntó por qué habría de comunicarme yo con municipalidad. Le respondí que yo soy la presidenta. Entonces se puso los lentes y no sé por qué razón se detuvo a mirarme los zapatos y así mirándome los zapatos remató: ¿presidenta de qué?
3 de junio
Argentina no es un país como todos los países y Buenos Aires no es una ciudad como todas las ciudades. Buenos Aires, es hermosa y es bastante más fea también. Y por supuesto que esto no se lo puedo decir a nadie.

4 de junio
Aproveché que estaba la casa sola. Le pedí a Claudia que salga más temprano y que deje sucia la cocina. Me puse los guantes y fregué con detergente y agua al sonido de 'The Cure' o 'La cura', como sería en español. Bailé con los guantes puestos sin problemas. En mi rol de mandataria desplegué el cuerpo, reconsideré cada paso en sí mismo y lo hice y deshice otra vez. Salté en voz alta. Soy una yegua desbocada en su llanura.

5 de junio
Las cadenas nacionales son insoportables. Ya quisiera estar yo, querido diario, tirada en mi sillón de pana con un café y una manta, nada más. No hablar con nadie, nunca más hablar con alguien que me devuelva una mirada ausente. Siento que esta es la verdadera problemática de amar lo que se ama: cuando uno se acobija en lo que hay y la balanza siempre da para un mismo lado, solamente se puede tratar y tratar.

6 de junio
Querido diario: pensé en la palabra siesta, en lo linda que es, en cómo me gustaría irme a vivir en ella. Me instalé en lo subversivo. Me pregunto si no seré poeta.
7 de junio
Por dormirme leyendo soñé que me despertaba el movimiento de una sábana blanca. La sábana tomaba altura por un viento suave y arrastraba con ella infinidad de páginas en blanco. Estas hojas, que no sé de dónde salían, volaban por el viento y se iban por la ventana; también se fueron volando con ellas todas las pecas de mi cuerpo.

9 de junio
Bien temprano salí de viaje al departamento de mis papás. Como era viernes, pedimos unas pizzas. A la tarde mi mamá se rió. Me gusta cuando mi mamá se ríe, con una mueca que se rebela al fin. Le alcancé un mate y le pregunté qué pensaba de la gestión, cómo andaba viendo las cosas. Podía ver todo el sol entero en su cara, obligándole a cerrar estrambóticamente los ojos. Mi mamá bajo ese foco luminoso por momentos parecía bizca. Me quedé pensando en mi mamá como actriz consagrada, protagonista de una película de comedia, cuando ella respondió: sos muy graciosa hija, me hacés reír. No era la respuesta que esperaba, porque mis preocupaciones son amplias y las demandas son grandes. Pero reconocí ese momento como feliz y mientras volvía a casa pensé en escribirlo acá.
La felicidad es como un vino de mala calidad, al segundo vaso o al tercero ya no importa la calidad del vino.

13 de junio
Acá lo que pasa es que ya nadie quiere conversar. Nadie conversa conmigo. Necesito decirles la verdad. A veces imagino que la cámara se prende y en vivo y en directo cuento todo lo que hablo con mi psicóloga: ahora el país conoce mis miedos inconfesables y mis sentidos desvelos, conoce de mis limitaciones y de mi nula capacidad de traición. Se enteran de lo que gasto en maquillaje, en ropa. No puedo mentir. ¡Soy como ustedes! les digo. No me condenan y se quedan viendo. Asienten internamente, como se asiente cuando se revela una realidad, una verdad antigua que habla de todos nosotros. Creen en mí. Renuevan sus votos. Y porque nos queremos mucho, me vuelven a elegir.
16 de junio
“Un gobierno sin doctrina es un cuerpo sin alma”
Una vida tranquila de paseos por el parque. Nuestra geografía. Hacer algo con esto.

29 de junio
El mes seis es el mes de las obras. Hace unos días me pasaron a buscar, recorrimos algunas y les pedí que me tengan al corriente de cuáles estaban empezadas o hace cuánto, centenares de ellas, se encontraban detenidas. Cuando subí al auto después de repetirles que no se duerman, cerré la puerta y disocié. Quedé detenida, pensando en las obras inconclusas; esos lastres. También pensé en mi abuela.
Mi abuela era maestra rural. Me acuerdo de ella sentada en la mesa los domingos, subiendo la voz para que los niños que estábamos en la mesa más chiquita también podamos escucharla. Yo era la única niña de la familia. Mi abuela narraba sobre sus tramos largos al colegio, viajes a caballo por zonas embarradas. Contaba que en ese entonces no existía la palabra pulcritud y que los alumnos, las maestras (ella incluida) y hasta el perro Malacara que vivía en el colegio, tenían piojos del tamaño de un mosquito. Ahora puedo recordar cómo su cadencia tonal por momentos disminuía, se ensombrecía y se volvía vacilante. Contaba también que junto a sus amigas maestras había hecho un esfuerzo sobrehumano para robarse de no sé dónde el total de cuatro libros para la biblioteca del aula. Mi abuela casi siempre nos repetía la misma historia: un día agarró uno de esos libros destartalados y con determinación se paró a leerles en voz alta alguno de los cuentos, pero llegando a la anteúltima página, llegando al final de la historia, mi abuela les dejaba de leer. Nos contó que lo hacía muy seguido, que se detenía ante las miradas expectantes de los chicos, que las bocas quedaban abiertas y que a veces aparecía alguna risotada desde el fondo por no estar prestando nada de atención a lo que estaba pasando.
Y siempre seguía lo mismo. Cuando mi abuela llegaba a esa parte de la narración, apoyaba las dos manos sobre la mesa, se empujaba tambaleando un poquito y dejaba absolutamente de hablar. No hubo ni uno de esos días en que no se arrimara a la mesa pequeña y no me encontrara pensando en lo que pasaba después. Construyendo desenlaces. Un domingo de esos, cuando mi abuela repitió la escena, finalmente le pregunté. Ella se detuvo y apoyó su mano en mi cabeza, no en señal de afecto, sino para sostenerse. Le pregunté sobre los niños y le pregunté por qué no les contaba el final de la historia. Mi abuela sentenció: vos vas a ser escritora, y después sonrió y me sacó la lengua, cosa que en ese entonces por supuesto no comprendí, porque en mi mundo infantil las abuelas no sacaban las lenguas.
30 de junio
Siento que es otra la persona que debería estar escribiendo esto. Hay un cuento donde una madre le dice a su hija que es muy graciosa y se sienten contentas. El momento parece que destaca, lo tengo subrayado en mi libro. Otra persona debería escribir esta historia, una persona que haya vivido más, que haya leído más y que sea más mentirosa.
De momento, resuelvo. Lleno los recuerdos que recibo como ruidos. Cuando tengo algo de tiempo, trato de comprenderlos, de ponerles una música o un principio o un final. Me equivoco mucho aunque no pueda decirlo. Va a llegar un día en que alguien escuche “Vuelve” de Ricky Martin y piense en mí. Va a llegar un día en que alguien escriba por mí esta historia. Voy a rodear con mis brazos ese ejemplar como si fuera un cuerpo.
Elizabeth Maia Graviotto nació el 4 de febrero de 1991 en el barrio de Monte Castro en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Estudió producción, dirección de fotografía, musicoterapia y actualmente realiza la Licenciatura en Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de Artes. Creó la librería alternativa "La ladrona de libros" (@ladridebrolis) en 2016. Participó de "Mujeres autoras" (Editorial Fera, 2018), dirigió la curaduría de "Pedir un deseo, prenderle fuego: antología de poesía contemporánea por mujeres latinoamericanas" (Ed. Continente, 2020) y dicta talleres de escritura desde 2019. Es entusiasta de las personas que quieren cambiar el mundo. No sabemos si fue ella quien efectivamente escribió todo esto.
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