espejo roto
que es toda
esta ciudad de palabras
y máscaras que veo
en tus piscinas muertas
esta fiesta
de argollas rotas
que gritan y vuelan
cuando el hambre vuelve a ser hambre
te queda p o c a
de río petrificado
escucho la asfixia de la luminosidad
que ven los ojos
sobre mis húmedos pies
la indeterminación
de un reflejo en todos
los pensamientos?
éxodos
y resurrecciones
de música para Edipo]
en la boca de una escopeta
donde se colgó un epitafio
de ojos claros
que tiene el silencio
sobre el sopor de mis días
donde se mece
la rueda de fuego que llamamos
s e n s i b i l i d a d
carbonizado sobre las lámparas
arritmia
fractura
te sostengo:
ritmo
r i t m o
es la revolución de las visiones
descorchada de un monstruo
escala y se enrosca
que salta y despliega
cataratas de instantes
que llevó cuesta arriba
la voz de tus padres y de tu hermano
e n t r e t u s o j o s
y dibuja la espiral
de tu voz sobre la pared
de sábanas
bajo la estría de seda
navega la espuma de la libación
de esa sangre
una posibilidad:
óxido-agua
óxido-calor
óxido-tiempo
los ojos se deterioran
con el sopor de las cosas
fiera atmosférica
sofoca la luz
cúmulos de hojas seseantes
los viejos se levantan
con piel de niños oligofrénicos
llaga-hoy
llaga-mañana
humedad, fango y hambre
coagula en fiebre:
las pesadillas
orinan sobre los tuertos
piedras de río le susurran
en la entrepierna
sobre los cuernos de Capricornio,
hombre, lluvia y sangre fornican.
viendo cómo se mueve el barco en el pasto
a los pájaros atravesar el cuarto,
cuando sus ventanas están cerradas
el río de coches
pero me gusta más la s en forma de serpiente
o de arriba abajo,
con el lápiz o los crayones
estrellas que bailan en ella
repiten las constelaciones
que adornan mi armario
Anthony le abraza en un trazo,
y me abrazan también,
porque no puedo evitar sonrojarme
cuando personas invisibles vienen a asomarse a mi cama
que baila tras mi ventana
¿Quién podría escucharme, si apenas puedo hablar?
Se recogen en este cielo tan desconocido
en las fotos de mamá y papá,
y un pequeño broche dorado para mi hermano,
pero nada más me gusta
que el viento mueva
la melena de mi león en el librero
y hagan bailar a las cebras y a los búfalos,
después de comer y cerrar la puerta de la recámara.
