En el prefacio de sus Lyrical Ballads, William Wordsworth justifica su interés por las situaciones e incidentes de la vida común empleando un lenguaje corriente, aunque adaptado a un cierto fin poético. Para el inglés, la poesía debe fundamentarse en el decir de boca y apostar por la universalidad de las emociones humanas. En el caso de Los paraísos disponibles, Luis B. Méndez del Nido acumula situaciones e incidentes “de una sociedad / hecha de velocidad y ruido” que nos asoman a un aparente fracaso de nuestra contemporaneidad mediante la estructuración de poemas decididamente narrativos. Desde el texto cero de esta colección — una suerte de contrapoema de “Volverán las oscuras golondrinas” de Gustavo Adolfo Bécquer—, el lector descubre el ánimo sardónico y voyeurista con que el autor efectúa una corrección de la experiencia haciéndose valer de un tono irreverente y un dejo nostálgico. Escribo esa oración y no puedo sacarme de la cabeza estos versos de Emily Dickinson: “Tell all the Truth but tell it slant” (“Di toda la verdad, pero dila sesgada”). Y es que el sujeto lírico de Los paraísos disponibles se aproxima a sus verdades sesgadamente, al mismo tiempo que interroga en qué consiste la experiencia adánica/edénica.
Es necesario que me explique. Ante la conciencia de que se sobrevive (más de lo que se vive), la voz lírica de esta colección no se desgarra penosamente las vestiduras en señal de sufrimiento, sino que amansa el ímpetu de un espíritu del éxito que generaciones recientes han heredado y que, por lo visto durante la primera parte del siglo veintiuno, resulta inconcebible. En ese sentido, la mayoría de los poemas presenta un objeto del deseo o una meta prefigurada que no se alcanza o se alcanza a destiempo. Se trata de “algo que no logramos articular, / pero cuya consumación nos urge”. Esto lo confirma el autor quien, tras un largo recorrido por los castigos del mundo sensible, siempre vuelve a la escritura (“que yo sigo aquí, / escribiendo su poema”), esforzándose por decodificar los símbolos del mundo inteligible. El entramado poético de Méndez del Nido se empecina en exponer y proponer, en cuestionar abiertamente dónde reside la verdad y la literatura o cómo estas nociones se acomodan en las palabras de uno, qué comunica lo que no comunica e incluso si son necesarias las teorías de Roland Barthes o los versos de Roque Dalton para entender por qué “camino al trabajo, / en pleno tráfico mañanero, / se atraviesa un hijo de puta autobús amarillo”.
Entonces, ¿cómo enfrentar la realidad cuando hablar de paraísos disponibles es hablar quedamente sobre paraísos perdidos?, ¿cómo ocupar balcones enterrados bajo la mierda de las golondrinas?, ¿cuánto más hay que soportar ante un mismo semáforo?, ¿hasta qué punto se engaña uno de que, después de tantos giros, finalmente llegará a su destino? Ya lo ha dicho Méndez del Nido: “nuestro signo es / esperar y esperar y esperar”. Quizá convenga practicar la paciencia con este libro en las manos.
Efe Rosario (Carolina, Puerto Rico, 1990) es escritor y editor. Cursó el bachillerato en Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Actualmente es estudiante doctoral en la Universidad de Cornell en Nueva York. Ha tomado talleres literarios con Edmundo Paz Soldán, Mayra Santos Febres, Jan Martínez, entre otros. Algunos de sus trabajos han aparecido en periódicos y revistas, tales como La Guagua Poetry Anthology, Death in the Afternoon, Claridad, Tonguas, Parhelios, En la orilla y Revista XXI. Es el autor de El tiempo ha sido terrible con nosotros (Ediciones Alayubia, 2020).