Sentado en el banco
estabiliza
yo administro mi reserva
le digo cosas menores
que acaso ya sepa
él sabe
acaso ya lo sabe
su tierra está en mi casa
las varillas del día
el balde repleto
la callecita en desnivel.
Los estúpidos no
fatigosos con sus ampollas
atrapan una y la cortan al medio
después corren
quitan del medio sus caras
no ven
no ven que ahora por ejemplo
mi hombre se deshace adecuadamente de mí
me apoya posible y fuera de su alcance
deja corrido el borde
ceniza en la remera
me sopla cal.
¿Tendrá todavía? ¿Vendrá?
(ya casi termina)
los estúpidos no
el hombre
mi hombre
sentado en el banco
me arranca
me rompe
un tajo
un corte
me sopla cal.
Sentado en el banco
mi hombre sentado
mi
el hombre
marca
sola sola me deja
se deshace
me rompe
me besa
me besan
todos me besan
los estúpidos también
dale más
fijate que
parece cómo
los estúpidos no
basta me besan basta
los estúpidos no
sentado en el banco
mi hombre mira
advierte que así
tendida sobre la tabla
rota
pero no me recuerda
dale dale más
(ya casi terminan)
tabla
sangre
los estúpidos también
basta basta
mi hombre también
no recuerda
su tierra en mi casa
no recuerda
tabla
sangre
me sopla cal.
Terminan
ahora sí terminan
mi hombre los estúpidos se van
quedan restos
pelo
uñas
y sobre la tabla
una gallina seca.
elijo arrancarte
connotaciones y adjetivación
simulan un decoro innecesario
yo focalizo
desgarro enteras
y por partes
las primeras luces
nada me distrae.
que no puedo precisarlas
la tarde irremediable
las reduce a su inconstancia
yo temo pisarlas
o que me aplasten
no sé
con el paso de las horas
el miedo crece
hormigas
cada vez mas pequeñas
arbitrarias y eventuales
quedan pegadas al zapato
otras
más grandes
caen del techo como las arañas
y dentro del mismo ritual
junto a sus hojas
cortan círculos de mi piel
y los dejan en la alfombra
así
mordisquean y engordan
toda la tarde
pero
en algún momento el sol cae
se oyen
el ascensor
la puerta
tus pasos
tu pecho categórico sobre mi
tus manos en mi pelo
y yo
que sonrío
y vuelvo a la realidad de mi tamaño.
En la tarde de las pequeñas gotas
aprieto el racimo
¿dónde comenzó?
¿cuándo fue?
¿cómo era?
aquí sobre mi espalda en el punto exacto
en que la flor te arrolla con su autonomía
y nos maravilla la precariedad en el gesto
la imagen completa en un punto
mis piernas que abren de par en par sus tejidos
y embisten a los pescadores para elogiar la noche.
elevan mi cuerpo
a puro tajo contra las paredes
lo hacen llegar hasta arriba
y desde allí lo sueltan
el juego se repite
una y otra vez
pero lo grave no es eso
lo grave es que no muero.
la silla venía labrada
y ajusté sus relieves
hasta que fuiste
parte del tallado
pero pensamos en el color
y la textura del quebracho
la bandeja cargada sobre la mesa
lúcida entre nuestros cuerpos cansados
¿cuándo voy a poderte?
el bosque era inmenso y giraba
te ofrecí mi nombre para limitarnos