[De la contraportada]: Ganadora del prestigioso Premio Noma, la novela sigue la vida de una bibliotecaria que ve, así como el invierno, cómo su matrimonio se acaba… Perdida en un Tokio inabarcable, la mujer alquila un piso lleno de ventanas en el que se refugiará durante un año, tratando de escapar de la oscuridad que la acecha a pesar de estar rodeada de luz… Una luz que la acompañará mientras se enfrenta a la maternidad en solitario, a la condena social, al desengaño y a la devastación del amor no correspondido.
¿Cómo te topaste con el trabajo de Yuko Tsushima? Lo conocías de antemano o fue una vez te encargaron la traducción?
Me alegro de que me hagas esta pregunta, porque es curioso cómo ocurrió. Suelo seguir con frecuencia las novedades editoriales de autores japoneses que se traducen al inglés, porque el inglés suele ser la lengua franca en la que los editores españoles leen un libro o manuscrito originalmente escrito en un tercer idioma, para decidir si les interesa o no. Yo había visto que se acababa de editar "Territory of Light" en EEUU y me lo leí en japonés. Enseguida pensé en Impedimenta, me pareció un libro perfecto para ellos. Le envié la propuesta a Enrique Redel, el editor, y entonces ocurrió algo sorprendente. "¿Existen las casualidades?", me respondió a los pocos minutos. En su email había una foto de un ejemplar de "Territory of Light" entre sus manos. Le acababa de llegar por correo y apenas lo había sacado del sobre cuando vio mi email en el que le proponía traducir ese mismo libro. A los dos se nos pusieron los pelos de punta. Luego se lo leyó, le gustó, y decidió editarlo con mi traducción.
Yo había leído a Tsushima hacía tiempo en japonés, en otras circunstancias y en otro país. Con veintipocos años volví a Japón y me instalé en Tokyo. Junko, una compañera de trabajo, era fan acérrima de Osamu Dazai, un escritor coetáneo de Mishima. A través de ella profundicé un poco en Dazai y así es como leí también a su hija Yuko Tsushima, pero nunca leí "Territorio de luz". No sé cómo sería leer a Tsushima sin conocer su parentesco con Osamu Dazai y la vida que él tuvo. Para mí, la obra de Tsushima lleva ese peso del padre y de la muerte violenta --Dazai se suicidó--, aunque no lo mencione explícitamente.
¿Sientes alguna conexión con el texto y de ser así, tienes una relación diferente con la versión en japonés?
La lectura que se hace de un libro cuando se traduce es increíblemente íntima. La conexión con el autor, autora en este caso, es absoluta. No es una cuestión de que te guste más o menos cómo escribe o lo que cuenta. Es que te lo está contando a ti, a tu oído. Te lo está confiando todo, su mundo, sus secretos, sus temores, sus esperanzas, y te está pidiendo que se lo transmitas al mundo, a otro mundo que no es el suyo, en otro idioma. Creo que esta conexión fue especialmente intensa porque la autora está muerta. Y claro, sientes que tienes que hacerlo bien. Esa relación de intimidad la he tenido con el texto en japonés porque es el único que he leído y porque en él es ella la que me habla directamente en su lengua, en su lenguaje y con toda la cultura y familiaridad que encierra el idioma, que también es el mío. Cuando leo el texto traducido por mí al español, me leo a mí, y es una sensación extraña, porque es la voz de Tsushima pero en boca mía, por así decirlo. Al traducir de un idioma tan distinto lo que hago es reescribir por completo, intentando ser todo lo fiel que pueda a la voz, al estilo y a la intención de la autora, pero al fin y al cabo la que está reescribiendo soy yo, de ahí esa sensación extraña. Pero es muy bonito, como proceso creativo y como trabajo.
¿Cómo es el proceso de traducir del japonés al español? ¿Qué tipo de retos enfrentaste al transportar la historia?
Traducir del japonés al español es… ¡difícil! Es complicado porque el japonés no tiene nada en común con el español, pero al mismo tiempo creo que por eso mismo permite una mayor creatividad. El cerebro no funciona como un diccionario. Un idioma es una metonimia de la cultura a la que pertenece, y encierra sistemas de pensamiento y formas de estar en el mundo que son propias, a veces únicas, y que también hay que trasladar a la cultura receptora. En el caso del japonés, prácticamente todo es radicalmente diferente a las lenguas romances, desde la gramática a su cosmogonía inherente. Lo más complicado de traducir es la estructura de pensamiento que hay implícita. Por ejemplo, en japonés hay seis formas de decir “yo”, dependiendo de quién habla. Varía también según el contexto, si es formal o informal, si se habla con alguien que merece más respeto, como un anciano o un profesor, o si es aceptable un lenguaje más coloquial. Un hombre puede utilizar cierto "yo" con una amiga y luego cambiar a otro "yo" si se enamora de ella. Ese pequeño cambio ya puede señalar un enamoramiento sin que se explique nada más. Estos matices son intraducibles. En casos así, que se dan con frecuencia, los traductores tenemos que tomar decisiones: intervenir sin que se note que estamos interviniendo; añadir por aquí o quitar por allí alterando el texto original lo menos posible, pero lo justo para poder trasvasar ese idioma-universo a otro. Otras veces los matices se pierden irremediablemente. La traducción supone tomar decisiones constantemente, un poco como desmontar un puzzle de muchas piezas y volver a montarlo con piezas distintas sin que la imagen del puzzle se altere. Es un trabajo intenso, pero bello y necesario. Hay quien habla de la traducción como activismo; yo creo que en cierto modo sí lo es, de una forma sutil, como lo hace el arte. Porque contribuye a mitigar de una forma natural los efectos de la colonización, todavía vigentes, y la mirada occidental sobre Oriente, que sigue siendo la dominante. Creo que ha habido y hay más autores occidentales que japoneses explicándole a Occidente lo que es Japón. Está muy bien que haya un interés y una curiosidad, pero es importante que también se oigan las voces nativas. Pienso en la última película de Herzog. Lo respeto como cineasta, pero la mirada que tiene sobre Japón en su película es la de un turista, con sus cosas buenas. Es una mirada que rehúye de lo común y se fascina con lo extremo y lo "exótico" y sin querer perpetúa una imagen deformada de la cultura japonesa, que es la que predomina en Occidente. En este sentido la traducción literaria contribuye a lo contrario, hace llegar voces que, si no, no se oirían; permite que una cultura "se explique" con su propia voz (aunque precisamente las literaturas nativas no necesitan explicarse a sí mismas).
El reto principal al que me enfrenté con la traducción de "Territorio de luz" fue estilístico. En Japón los requerimientos estilísticos y editoriales son distintos. La repetición, por ejemplo, no se considera una torpeza de la misma forma en que se considera en Occidente. En su original, Yuko Tsushima no tiene inconveniente en repetir la misma palabra dos o tres veces en una misma frase, o en dos frases consecutivas. O en tres. Y su estilo es muy oral, incluso puede parecer descuidado. Sabía que esto iba a suponer un problema para la editorial, y lo peor era que si lo mantenía tal cual en español, podían pensar que era yo quien escribía de una forma "descuidada". Es algo que hablé con la editorial y juntos acordamos dejarlo en un término medio. Aprovecho para decir que trabajar con Impedimenta ha sido un placer.
¿En algún momento sentiste que tu voz y la de la Tsushima se entrelazaron?
No exactamente. Mi forma de escribir es distinta a la de Tsushima, y no me refiero sólo al estilo sino a las ideas, las metáforas, la forma de expresar las emociones. Sí me compenetré mucho con ella, como comentaba antes, por la cercanía de su relato y la intimidad que se generó a través de la traducción. Para mí, su voz es claramente distinta a la mía. Es cuando leo la versión que yo he traducido cuando tengo esa sensación extraña de que es ella hablando a través de mí.
¿Cómo incorporas tanto el inglés, el japonés y el español en tus propia obra como escritora y creadora de cómics?
El español, el japonés y el inglés son tres idiomas que forman parte de mi vida cotidiana, aunque tengo que confesar que desde que empezó la cuarentena se me está olvidando el inglés (😓). Y vivo en Nueva York. Yo siempre he escrito y escribo en español, principalmente. Escribo para la prensa española. Pero con los cómics es diferente. He escrito más cómics en inglés que en español porque es aquí donde vivo y es mi forma de conectar con la gente de aquí y de hacerme un hueco. Hay un circuito muy interesante de cómic independiente en Nueva York y me gusta formar parte de él. No lo hay en España, o no lo he encontrado. Los cómics que he publicado en español apenas tuvieron recepción allí. Por eso los publico en inglés. Pero no es mi idioma. Para mí es un gusto poder escribir en español o en japonés. Me gustaría sacar más cómics en español y en japonés en un futuro.
YUKO TSUSHIMA nació en Tokio en 1947. Su padre, el novelista Osamu Dazai, se suicidió, cuando la autora solo tenía un año, y eso la marcaría. A lo largo de su carrera, obtuvo los más importantes premios de su Japón natal, incluyendo el Noma Literary Prize o el Izumi Kyoka Prize. Fue considerada por The New York Times como «una de las más importantes escritoras de su generación». Heredera confesa de Faulkner y Tennessee Williams, es autora de títulos como Hija de la fortuna (1978), La galería de tiro y otras historias (1973-1984) y Territorio de luz (1979). Falleció en febrero de 2016 en Tokio.
[Biografía rescatada de la página web de la editorial].
Puedes adquirir un ejemplar de «Territorio de luz» a través de Librería Laberinto (Puerto Rico) o tu librería local. También a través de páginas tales como Book Shop y Book Depository (PR, EEUU y el Caribe).
TANA OSHIMA escribe, traduce y dibuja. Ha publicado artículos en medios españoles como Rolling Stone España, Jot Down, Mujer Hoy, El País y El Mundo, entre otros. Actualmente vive con su familia en Nueva York, donde ha autoeditado seis cómics en inglés. Acaba de traducir «Territorio de luz» para la editorial Impedimenta y mantiene una columna mensual en una revista regional de Japón, país donde nació.