UN SOPLO EN EL VIENTO
 
me gusta pensar que la poesía es a veces
ese salvavidas
que viene a rescatarnos de la miseria
que es un soplo al viento
 
con el olor de una casa lejana
que se recuerda al montar un rompecabezas
con las piezas que aún no se devora el hambre
 
que a veces es
lo que nos salva
de lo que se odia
 
que es
en las tardes traviesas
 
un beso de mar
 
un espanto esperanzador
 
entre la bruma

EL PUNTO ANTES DE LA NADA
 
la ciudad es un grito que no asusta a nadie
de gente disimulando el luto que se le escurre entre los dedos
idolatrando pantallas
espejos que mienten
 
huyo
 
buscándote entre los pájaros que te llevan a un lugar que nunca conoceré
 
a lápiz y papel sobrevivo
haciéndome piel
 
apacible aguacero
para quien me lea en medio de las ruinas

TODAVÍA
 
todavía soy un milagro
 
me digo
en cada sorbo de café
cuyo calor
aflora en mi garganta
la esperanza
 
todavía soy un milagro
una montaña
acariciando con la punta de la lengua el ombligo del cielo
hasta provocar el estallido de agua alada
capaz de calmar cualquier sed
 
todavía soy un milagro
 
por el que encuentra entre mis palmeras su paraíso
 
lo soy
 
me digo al acabarse el café
dejando sobre mis labios
el rastro amargo de lo que fue dulce

MELOCOTONES
 
en estos días
de piel opaca
conjugado mi ser a ventana
que nombra a lo inmóvil
familia
 
bordeo con mis dedos
el intento de redondez de un melocotón
 
aprieto
muerdo
desgarro
la pulpa que atestigua por vez primera la luz
 
con la música de fondo
la distraigo del silencio
del horror
mientras la devora
el mar amargo encallado en mi mandíbula
 
y aspiro
como un animal sediento
una y otra vez
sus atardeceres
hasta que le devuelva
a mi memoria
su sabor
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