SI EN ALGUNA NOCHE OSCURA SE PINTA UN CUADRO QUE LLEVA MI NOMBRE
procuro siempre olvidar
la ép
oca en que florecen los flamboyanes
por la primera vía que llega a mi casa
y me sorprende ver dentro de la pesadez
la circulación del rojo y el amarillo
siempre rodeados de la intermitencia
del suelo y los que conducen
el día que acomodé mis discos
en dos cajas arbitrarias 
fue en el cual decidí algunas horas después 
comprar el boleto a regresos intermitentes
a medida que las variaciones temporales
jueguen con la distancia
por la cantidad de noventa y seis dólares con diez centavos
en mi isla el equivalente
es trabajar trece horas y un cuarto
casi dos días con el fin de no volver a contar los minutos
y en los noventa centavos que me tomaba
redondear a los noventa y siete
o volver a nacer
me pregunto que recopilan, si los momentos o las esperas 
con la vista hacia el suelo
en algún estacionamiento o gasolinera
cualquiera de estos lugares
saben a noche y al calor
de motores que no enfrían 
y nadie sabe dónde quedarán
las veces que dije que me iba de esta isla
hasta decirlo y que fuera hecho al tiempo

WAYS IN WHICH WE GO
la chica más linda que conocí se llamaba Ana
la conocí en madrid, luego de pagar dos euros por el derecho a tener una cubeta
el derecho no es lo fundamental en este intento,
lo es el hecho de que su apellido,
el cual no recuerdo a detalle contenía la palabra girar en inglés, dígase spin
entiendo que giro al rededor de uno
y la nostalgia 
aún no recuerdo si compartimos más detalles 
o conversaciones fuera de lo mal que anda el mundo
y el estado colonial de mi isla
importa lo mal que anda el mundo
dias luego de otro atentado en Barcelona, y quizás uno en Paris
y que nos escabullimos de cada uno
a veces es suerte, otras es coincidencia
entre estas cosas, conoceré a Cerati y a Spinetta al regresar a mi isla colonizada
esto no tendrá sentido hasta tiempo después 
en que recuerdo que Ana reside en Chicago
y no queda más que regresar

POEMA SOBRE LAS FECHAS DE EXPIRACIÓN
que siempre busco ignorar
a pesar de la impertinencia del aviso
y lo imprescindible que se torna el saber antes
de tiempo que algo se puede corromper en su 
esencia hasta no regresar a su estado natural
nunca más o alguna vez por todas
existe la posibilidad del retraso
a lo inevitable
y leer los seis dígitos
con quizás dos separadores
alguna combinación de tres letras del alfabeto
con el cual aprendimos a delirar y hacer
juegos al azar con expresiones por añadirle a su encanto
a veces encuentro dos puntuaciones en lugar de separarnos
y quizás son símbolos de la cercanía
que existe al borde del final
sobretodo
la existencia de un océano lleno de infinitudes
y maneras en que se podía haber evitado
el desgaste 
y tener alguna inherencia sobre el asunto
hubiese sido más fácil que ajetrearse uno mismo
luego del trabajo
o de la pesadez de un día interminable
que con el pasar de las horas que no se sienten
para mirar y reconocer
que de la misma manera en que a uno se le pasa el tiempo
mirando las manecillas del reloj
o las gotas en la ventana deslizarse hasta el pasadizo
el cartucho de la leche 
sufrió la misma desventaja
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