LA GALLINA
 
Sentado en el banco
estabiliza
 
yo administro mi reserva 
le digo cosas menores
que acaso ya sepa
 
él sabe
acaso ya lo sabe
su tierra está en mi casa
las varillas del día 
el balde repleto 
la callecita en desnivel.
 
Los estúpidos no 
fatigosos con sus ampollas 
atrapan una y la cortan al medio 
 
después corren
quitan del medio sus caras
no ven
 
no ven           que ahora           por ejemplo
mi hombre se deshace adecuadamente de mí
me apoya posible y fuera de su alcance
deja corrido el borde
ceniza en la remera
me sopla cal.
 
¿Tendrá todavía? ¿Vendrá?
(ya casi termina)
 
los estúpidos no 
el hombre
mi hombre 
sentado en el banco 
me arranca 
me rompe
un tajo
un corte
me sopla cal.
 
Sentado en el banco
mi hombre sentado
mi
el hombre
marca
sola     sola                 me deja
se deshace 
me rompe
me besa
me besan
todos me besan
 
los estúpidos también
 
dale más
fijate que
parece cómo
 
los estúpidos no
basta         me besan          basta
los estúpidos  no
 
sentado en el banco
mi hombre mira
advierte que así 
tendida sobre la tabla
rota
 
pero no me recuerda
 
dale       dale más
(ya casi terminan)
 
tabla
sangre
 
los estúpidos también
basta         basta
mi hombre también
 
no recuerda
su tierra en mi casa
no recuerda
 
tabla 
sangre
me sopla cal.
 
Terminan
ahora sí terminan
mi hombre       los estúpidos     se van
 
quedan restos
pelo 
uñas
 
y sobre la tabla
una gallina seca.

      Del libro Un modelo vivo (Nueva generación, 2012)

ENTRE PENSAR O ESCRIBIR
elijo arrancarte 
 
connotaciones y adjetivación
simulan un decoro innecesario 
 
yo focalizo 
 
desgarro enteras 
y por partes 
las primeras luces 
 
nada me distrae.

ME FALTA DECIR SOBRE LAS HORMIGAS
que no puedo precisarlas
 
la tarde irremediable
las reduce a su inconstancia
 
yo temo pisarlas
o que me aplasten
no sé
 
con el paso de las horas
el miedo crece
 
hormigas
cada vez mas pequeñas
arbitrarias y eventuales
quedan pegadas al zapato
 
otras
más grandes
caen del techo como las arañas
y dentro del mismo ritual
junto a sus hojas
cortan círculos de mi piel
y los dejan en la alfombra
 
así
mordisquean y engordan
toda la tarde
 
pero
en algún momento el sol cae
 
se oyen
el ascensor
la puerta
tus pasos
tu pecho categórico sobre mi
tus manos en mi pelo
 
y yo
que sonrío
y vuelvo a la realidad de mi tamaño.
 
En la tarde de las pequeñas gotas
aprieto el racimo
 
¿dónde comenzó?
¿cuándo fue?
¿cómo era?
 
aquí   sobre mi espalda  en el punto exacto
en que la flor te arrolla con su autonomía
 
y nos maravilla la precariedad en el gesto
la imagen completa en un punto
mis piernas que abren de par en par sus tejidos
y embisten a los pescadores para elogiar la noche.

LAS CHAPAS DE LA HABITACIÓN
elevan mi cuerpo 
 
a puro tajo contra las paredes
lo hacen llegar hasta arriba
y desde allí lo sueltan 
 
el juego se repite
una y otra vez
 
pero lo grave no es eso 
lo grave es que no muero.

Del libro Todo el paisaje a la sombra (Lamás médula, 2015)

FUE ASÍ
como en la canción 
la silla venía labrada
y ajusté sus relieves
hasta que fuiste 
parte del tallado
sándalo rojo, dijimos
pero pensamos en el color
y la textura del quebracho
 
la bandeja cargada sobre la mesa
lúcida entre nuestros cuerpos cansados
 
¿cuándo voy a poderte?
 
el bosque era inmenso y giraba
te ofrecí mi nombre para limitarnos
Del libro Las aves que nos miden (Alción editora, 2022)
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